Entrevista a Doris Erlwein

Hacemos jardines sanadores, pero crecemos como bosque cuando se multiplica nuestro trabajo en muchos espacios y con diversidad de personas. La revista Apóstol en Familia de noviembre entrevistó a Doris Erlwein, directora ejecutiva de Fundación Inspira.

Los y las invitamos a leerla porque ahí podrá conocer sobre los orígenes de esta Fundación, del recorrido personal de Doris en su liderazgo y algunos de los grandes desafíos que hoy nos movilizan en el trabajo cotidiano como Fundación Inspira.

Si deseas leer la entrevista completa puedes entrar AQUÍ!

Cinco plantas nativas favoritas para el diseño de nuestros jardines sanadores

Los jardines sanadores deben cumplir diversos requisitos y para lograrlo usamos distintos tipos de plantas. Sin embargo, las plantas nativas tienen un lugar privilegiado. Son un aporte a la belleza y la preservación de la biodiversidad, tienen bajo consumo de agua, están bien adaptadas a las características del suelo y clima, y requieren poca mantención. Recordemos que las plantas nativas son aquellas que se originaron en la región en la cual habita, es decir, no han sido introducidas de manera intencional o accidental por el ser humano. ¿Cuáles son nuestras regalonas?

Calle Calle
Es una herbácea perenne perteneciente a la familia Iridaceae. Siempre verde que alcanza una altura de hasta 90 cm y 60 cm de diámetro. Tiene hojas aglomeradas que salen desde la base. Bordes enteros y nervadura paralela de color blanquecino. Le gusta el sol del sur, la semisombra en la zona central y los suelos bien drenados. Crece rápido y requieren riego moderado (dos a tres veces por semana). Nos regala sus flores blancas desde fines de primavera hasta mediados del verano. Esta nativa de Chile la encontramos desde la Región del Maule hasta la Región de Magallanes y de la Antártica Chilena, como también en el Archipiélago Juan Fernández.

Ñipa
Algunos la conocen con el nombre “siete camisas” y pertenece a la familia Saxifragaceae. Es un arbusto nativo de crecimiento rápido que prefiere zonas de pleno sol, requiere poco riego (una a dos veces por semana) y soporta diversos tipos de suelos. Hay ñipas de dos tipos: la arbustiva que puede alcanzar los dos metros de altura y la rastrera que alcanza 60 cm de altura. Es una especie que entrega una hermosa floración durante el verano. Sus flores son muy perfumadas tienen forma de campanilla, por lo general, de color rojo o rosado. Sus hojas son de tipo perenne con forma oval, dientes en los bordes y de color verde brillante. La podemos encontrar desde la región de Coquimbo a la de Magallanes.

Huilmo amarillo
Esta bella planta es nativa, endémica y pertenece a la familia de las Iridaceae. De crecimiento rápido forma una mata densa que florece en primavera, entregando hermosas y pequeñas flores de pétalos blancos y el centro amarillo. Tiene anchas y largas hojas perennes de color verde claro, las cuales se desprenden de erectos tallos. El Huilmo crece en toda la zona central y sur de Chile alcanzando una altura final entre 60 cm y un metro. Es resistente a las heladas y prefiere la tierra húmeda, suelos drenados y exposición al sol.

Alstroemerias
Los ojitos nos brillan cuando nos toca hablar de las bellas Alstroemerias, de la familia Alstromeriácea. Pertenecen a un género exclusivamente americano, representado por alrededor de 200 especies. Son plantas herbáceas perennes, con tubérculos carnosos, las hojas son frecuentemente resupinadas y sus flores de colores blanco, amarillo, rojo, naranjo, rosado o violeta. El género Alstroemeria se encuentra presente a lo largo de todo Chile, desde el nivel de mar hasta las altas cumbres cordilleranas, habitando en una gran variedad de ambientes.

Vautro
Es un arbusto redondo que suele alcanzar el metro de altura y es de la familia Asteraceae. El vautro es resinoso, ramoso y con las ramitas nuevas angulosas. Las hojas son de 1,5 a 2,5 cm de largo y se ubican tupidamente al extremo de las ramas. Es una planta dioica (con flores masculinas en un pie y flores femeninas en otro pie o con flores completas en el mismo individuo) que florece amarillo-blanco de septiembre a noviembre. Al vautro lo encontramos entre las regiones de Coquimbo y Bio-Bio, principalmente en la costa, pero también en la precordillera.

Pero la riqueza y belleza de los nativos va mucho más allá de estos cinco. Por eso también en nuestros jardines sanadores hay quillayes, peumos, escallonias rubra, stipas caudata, tecomas fulva, mayus, corcolenes, colliguayes, coronas de fraile, palmas chilenas, molles, chuves, huilmos y tantos otros que nos ayudan a celebrar la biodiversidad de la vida.

Te invitamos a seguir aprendiendo y conociendo la flora nativa. Además de belleza, aromas y bienestar, las plantas nativas poseen defensas naturales contra insectos y enfermedades. También favorecen a los polinizadores naturales y la fauna local entregándoles refugios y alimentos. Conocerlas y cuidarlas es el mejor camino para proteger la vida. Para seguir explorando de estas y otras plantas nativas te recomendamos el catálogo fotográfico de la Fundación R.A. Philippi con informativas fichas de cada planta https://fundacionphilippi.cl/

Jardínes Sanadores

El secreto de los jardines diseñados para sanar

El concepto de jardines sanadores viene del inglés “healing gardens” y, dicho en simple, son espacios específicamente diseñados para generar bienestar y contribuir a la sanación de los pacientes, sus familias y el personal hospitalario. En ellos es posible sentirse acogido por la sombra de un árbol, observar la belleza de los colores de las flores, sentir la brisa en el juego de las hojas y experimentar la calma de la naturaleza que te inunda.

Un paseo, verlos desde una ventana o la posibilidad de hacer alguna terapia en ellos son formas para acceder a esa relación verde que ayuda a sobrellevar la dureza del día en un hospital, a recuperar energías y a una posibilidad de encuentro con los seres queridos y consigo mismo.

“Los jardines sanadores son un complemento al trabajo de la medicina, porque aportan a la salud física, anímica y espiritual. Los jardines sanadores reducen el estrés, estimulan los propios recursos de curación interna y ofrecen espacios para el desarrollo de terapias”, señala Doris Erlwein, directora ejecutiva de Fundación Inspira.

Aunque la naturaleza siempre nos hace bien y es un elemento esencial para estar sanos, para que un jardín sea sanador debe tener características particulares, tanto en su diseño como en la implementación.

Características diferenciadoras  

Además de responder a las necesidades específicas de la comunidad que le dará uso —para lo cual son claves el diseño y la mantención participativa—, debe cumplir con varias características básicas que los diferencian de un jardín genérico y que han sido descritas, entre otros, por autores como Roger Ulrich, Clare Cooper, Marni Barnes y Rachel Kaplan.

Las principales características son: permiten contacto directo con la naturaleza; estimulan los sentidos con especies de gran variedad de formas, texturas, aromas y colores; son accesibles todo el año y tiene floración permanente. Deben tener zonas con sol y sombra, predominancia de curvas y mobiliario acogedor.

Su diseño debe ofrecer espacios para el encuentro y rincones de contención y, además, permitir acceso universal ¡todas y todos deben poder disfrutarlos! Por supuesto, son también espacios seguros y están habilitados para ser recorridos y brindar distintos niveles de actividad física. 

Los efectos beneficiosos de la naturaleza y de la interacción con ella activan algo en lo profundo del ser humano. De ahí la relevancia de facilitar el acceso a ella a quienes no la tienen cerca o accesible. Oliver Sacks, neurólogo y escritor británico conocido por sus libros sobre los efectos de los trastornos neurológicos, señalaba que “el papel que juega la naturaleza en la salud y la sanación se vuelve más relevante para quienes trabajan largas horas en oficinas sin ventanas, para niños que asisten a escuelas citadinas o para quienes viven en entornos institucionales como los asilos”.

La razón, argumentaba, es que “los efectos de las cualidades de la naturaleza en la salud no son espirituales y emocionales solamente, sino también físicos y neurológicos. No me cabe duda de que reflejan cambios profundos en la fisiología del cerebro y, quizá, incluso en su estructura”.

Inauguración de Jardín Posta Central

El espacio de 740 m2 fue creado por la Fundación Inspira:

Posta Central inauguró Jardín Sanador creado para retribuir el trabajo de funcionarios de salud durante la pandemia

El Jardín Sanador de la Posta Central nació como una necesidad en la pandemia para apoyar a los equipos de salud y luego como agradecimiento por su gran entrega. Dos años después de las primeras conversaciones, se inaugura y lo disfrutan los funcionarios y también algunos pacientes como parte de sus terapias.

Mirando las coloridas alstroemerias, lavandas, valerianas y calle calles del jardín, se inauguró el primer jardín sanador del Hospital de Urgencia Asistencia Pública, ex Posta Central, una iniciativa que surgió durante la pandemia para acoger y retribuir a los equipos de salud que estaban muy exigidos.

En la ceremonia, el director de la Posta Central, Dr. Valentín López, agradeció por “este pulmón verde y florido que nos permite también cuidar nuestra salud. En la Urgencia siempre es alta la exigencia y los pacientes son lo primero, pero este jardín nos posibilita bajar un cambio, respirar profundo y seguir mejor nuestro trabajo”.

En 2020, durante el período más crítico del Covid-19, funcionarios del hospital hicieron ver su necesidad de contar con un lugar al aire libre que les ofreciera un espacio de descanso físico y emocional. La Fundación Inspira, que desde hace 10 años construye Jardines Sanadores en hospitales públicos, aceptó el desafío y convirtió un patio de 740 metros cuadrados en un espacio con flores, senderos, bancas y sombra. 

Sobre el origen del jardín, Alejandra Vargas, ingeniera agrónoma y directora de Fundación Inspira recuerda que “fuimos a visitar el lugar y el personal de salud estaba en las veredas descansando. Ahí fue el comienzo”.  La también académica de los cursos Manejo del Paisaje e Infraestructura Verde en la Universidad Católica agrega que “luego vino una cadena virtuosa de aportes de seguidores de la fundación, de exalumnos de la Facultad de Agronomía de la Universidad Católica y de un fondo de la Presidencia”.

Joana Molina, jefa de servicio de Kinesiología de la Posta Central contó que “nosotros trabajamos casi todo el día en el subterráneo o solo con luz artificial, por lo que ir al jardín es volver a conectarse con la vida. Nuestro hospital está rodeado de edificios, pero en el jardín hay un pequeño paraíso. Ha sido un gran beneficio para nuestro servicio. Varios colegas bajan al jardín con pacientes que han estado varios meses internados como parte de la terapia”.

Estimular estados de bienestar

Los jardines sanadores permiten estimular los cinco sentidos y promover la relajación, imprescindible para generar estados de bienestar. Distintas floraciones durante el año, estimulación de diversos colores y que los aromas fluyan entre las distintas zonas son parte de sus atributos.

Para Rodrigo Chacón, jefe de Calidad Percibida del Hospital de Urgencia Asistencia Pública, “tener este espacio es un lujo. Con las flores empezaron a llegar las abejitas y los pájaros. La naturaleza nos invita a hacer una pausa con la belleza y eso nos hace bien como personas y como comunidad hospitalaria. Este jardín acoge a estudiantes del internado, a algunas terapias, a los que almuerzan bajo los árboles y a muchos que vienen a tomar un poco de aire antes de seguir su arduo trabajo”.

Un ejemplo es el de Bernardita Letelier, fonoaudióloga del hospital: “Considerando todo lo que ha pasado los últimos años en el área de salud por la pandemia, contar con el espacio de jardín ha sido un beneficio gigantesco. Aquí tenemos un espacio que quiebra la rutina, aunque sean diez minutos en contacto con la naturaleza y sentir el sol. El hospital adentro es oscuro, entonces estar afuera es un cambio que te permite volver mejor. Para nosotros se ha vuelto un hábito sagrado venir unos 5 minutos a este espacio”.

La Fundación Inspira este año celebra 10 años desde que fue creada con la misión de crear jardines terapéuticos caracterizados por su floración permanente, accesibilidad universal y espacios de luz y descanso.

A la fecha, ha creado 18 jardines sanadores en los hospitales del Salvador, Luis Calvo Mackenna, Roberto del Río y Antiguo San José. La iniciativa se ha extendido también a COANIQUEM, el Pequeño Cottolengo y el colegio Santa Lucía, que atiende a niños y niñas con ceguera y con baja visión.

Multipliquemos los jardines sanadores por toda la ciudad

“Multipliquemos los jardines sanadores por toda la ciudad”

Alejandra Vargas es ingeniera agrónoma de la Pontificia Universidad Católica de Chile y Magister en Asentamientos Humanos y Medio Ambiente. También es parte del directorio de Fundación Inspira y la líder del proyecto del jardín sanador en la Posta Central. El belloto del norte es su árbol favorito y la flor del chagual su regalona. Se queda con la primavera como estación y está siempre acompañada de música porque es bajista y toca hace seis años en «La Secta» una banda de rock (@lasecta_banda). Con hijos de 20, 18 y 12, divide su tiempo entre amores diversos, entre los cuales la naturaleza ocupa un lugar central.

¿Qué es para ti la naturaleza?

Es fuente de inspiración y considero que todas las respuestas están ahí. Me motiva muchísimo profundizar en esa relación. El otro día en una charla, a mi hija que está en cuarto medio le decían “están en la flor de la vida” y le expliqué lo poderoso de esa afirmación, porque la planta hace un ejercicio supremo para generar una flor, pero lo más importante es que no todo termina ahí: para que siga la vida luego tiene que dar fruto y generar semillas.

Estamos llenos de similitudes, somos parte de la naturaleza…

Sí, con todo lo maravilloso y lo terrible. Me parece muy limitante la mirada utilitaria que predomina de la naturaleza. Tal árbol para que entregue sombra, tal planta para que me dé flor y ni hablar de las podas espantosas que reflejan una concepción de la naturaleza como si fuera una cosa inerte al servicio de los humanos.

¿Cómo entiendes la invitación a aprender de la naturaleza?

Tenemos que enverdecer nuestras vidas para vivir mejor. Eso tiene muchas implicancias, pero una es aprender de las plantas que nos rodean. Particularmente, las plantas nativas nos ofrecen grandes oportunidades, porque tienen especificidades que si logramos domesticarlas serán un aporte fundamental a la vida en las ciudades.

¿Domesticar las plantas? Me recuerda la historia de El Principito y el zorro…

Necesitamos conocerlas y luego domesticarlas para acomodarlas a la vida en la ciudad. Somos principalmente urbanos y debemos desarrollar un manejo no invasivo para que se puedan desarrollar junto a nosotros. Tenemos un proyecto de experimentación en Talagante y, por ejemplo, el matico y el romerillo con sistemas de manejo logran ser plantas maravillosas para aportar a la riqueza de los jardines.

¿Cómo entra en ese diagnóstico el cambio climático?

Es desafío y oportunidad. La gran tarea que tenemos las personas urbanas es volver a conectarnos con la naturaleza, estamos desligadas. Ahora mucha gente está sacando el pasto y poniendo piedras, siendo que lo que necesitamos es conservar la humedad. Soluciones parciales y mecánicas no van a resolver el problema de la sequía.

¿Qué lugar ocupan los jardines sanadores en esta ecuación?

Los jardines sanadores son la consolidación de todos los beneficios que entrega la naturaleza, pero creados con el propósito de contribuir a la salud. La naturaleza siempre sana, pero un jardín creado como sanador responde a una técnica específica creada en Inglaterra y que posibilita espacios que estimulan los cinco sentidos y la relajación, imprescindible para aportar a estados de bienestar. En este método hay un saber científico aplicado que asegura, por ejemplo, distintas floraciones durante el año, estimulación de diversos colores y que los aromas fluyan entre las distintas zonas.

¿Cómo surge la idea de crear un jardín sanador para la Posta Central?

Ese jardín nace con la pandemia. En el 2020 nos llega a la Fundación Inspira el pedido y la necesidad de generar un espacio para acoger y agradecer a los equipos médicos que estaban tan exigidos. Fuimos a visitar el lugar y el personal de salud estaba en las veredas descansando. Ahí fue el comienzo. Luego vino una cadena virtuosa de aportes de seguidores de la fundación, de exalumnos de la Facultad de Agronomía de la Universidad Católica y un fondo de la Presidencia, que nos permitieron concretar el jardín. El contexto de pandemia lo hizo particularmente difícil, porque los accesos estaban restringidos y era necesario hacerlo rápido para que cumpliera su objetivo. Pero se cumplió y dos años después lo vamos a inaugurar.

¿Qué sientes con haber liderado la concreción de este jardín?

Es mi granito de arena… o mejor decir ¡mi semilla al universo! Soy una mujer religiosa y me siento un instrumento de Dios, por lo tanto, me alegra ver cómo se dio todo lo que hizo posible que este proyecto se concretara. Todo resultó fácil y hoy hay que celebrar el resultado, para avanzar con los nuevos proyectos. A veces me asomo por la reja de la calle Portugal y veo el jardín creciendo bien.

La Fundación Inspira cumple 10 años ¿hacia dónde te gustaría seguir avanzando en la próxima década?

Me interesa especialmente la dimensión científica de lo que hacemos al crear jardines sanadores. Necesitamos cada vez más datos duros que nos permitan construir políticas públicas que construyan un camino armónico de relación con la naturaleza. Un jardín sanador no es solo belleza que, por supuesto es clave, también hay toda una estrategia de diseñar multicapas vegetales, de relación con un cierto tipo de fauna, de un equilibrio entre lo nativo y lo foráneo y muchas otras cosas.

Cómo directora ¿qué le dirías a los y las voluntarios de Fundación Inspira?

Primero agradecerles por su ayuda. Lo segundo sería una invitación a que repliquen jardines en sus casas, en la casa de sus amigos o en la de personas que necesitan y que no necesariamente están en los hospitales. Multipliquemos los jardines sanadores en infinitos microespacios de la ciudad, esos encuentros con la naturaleza nos harán bien a todos.


Primavera en los jardines del Hospital Del Salvador

Voluntariado floreciendo:

Primavera en los jardines del Hospital Del Salvador

Con sol de radiante primavera el voluntariado de Fundación Inspira se reunió el sábado 15 de octubre a trabajar y celebrar sus 10 años. El jardín de rayos y el jardín Almez fueron los escogidos. “Plantamos, limpiamos y podamos. Dejamos el alma en los jardines, pero cada vez volvemos recargadas de energía porque es trabajar junto a otros y para otros” señala Maria Graciela Valenzuela voluntaria y además quien cultiva la mayoría de las plantas que se incorporaron.

Ese mismo espíritu comunidad, es el que destacó la directora del Hospital Del Salvador la Dra. Victoria Pinto Henríquez quién se hizo presente para saludar al equipo de voluntarios: “Este hospital existe por las personas y para las personas. Nuestro hospital es de la comunidad por eso estamos orgullosos que en el corazón de nuestros jardines esté acompañándonos la Fundación Inspira”.

Mientras recibía a los nuevos voluntarios, que llegaban sonrientes, Doris Erlwein, cofundadora y directora ejecutiva de Inspira, comentaba que “no son los tiempos solo de personas individuales, sino que de hacer cosas en unidad. Por eso cuando trabajamos juntos no sumamos, sino que nos multiplicamos”.

Génesis Vega, estudiante de trabajo social que manifestó su alegría de estar colaborando: “mi papá era jardinero, falleció hace unos años y esta es una linda manera de recordarlo y ayudar”. A su lado Ivonne Avilés, que trabaja en el pabellón del hospital dijo: “Traje compost, una lavanda y ganas de ayuda. Estar aquí me hace bien”.

Es que una vida se forma entretejida con otras vidas. Tal vez por eso, Carlos Guerra, jefe de unidad de cultura organizacional y entornos laborales del Hospital del Salvador, llegó temprano y junto a las voluntarias y voluntarias se puso a plantar. “La historia del Hospital del Salvador siempre ha estado ligada a la solidaridad y a la unión entre lo público y lo privado. El trabajo que tenemos hace 10 años con la Fundación Inspira es otra expresión. Juntos creamos espacios de salud y entendemos la salud como esa combinación virtuosa que considera todas las dimensiones del ser humano. La naturaleza es un aliado imprescindible para construir bienestar” reflexionó.

Al final de la jornada, la celebración de estos diez años tuvo un momento particularmente especial. Al igual que en los cumpleaños de infancia, no solo había cosas ricas para comer, también hubo sorpresas. Una flor de cerámica fue el símbolo para agradecer los años de dedicación, cuidado y cariños entregados por las voluntarias que más nos han acompañado en este tiempo compartido. María Graciela Valenzuela, Gloria Mardones, Bárbara Marín y Mercedes Carvajal (Chituca) fueron las homenajeadas en el jardín los naranjos, uno de los jardines emblemáticos del Hospital Del Salvador, ampliamente visitado por funcionarios, pacientes y sus familiares.

Pero la fiesta sigue, particularmente porque estamos soñando y concretando senderos para los próximos 10 años. Para ser parte de este equipo, inscríbete aquí como voluntario/a https://www.fundacioninspira.cl/jardines-sanadores/#VOLUNTARIO


 

¡Celebramos los 10 años con el inicio de la primavera!

La Fundación Inspira está celebrando 10 años desde que fuese creada con la misión de crear jardines terapéuticos caracterizados por su floración permanente, accesibilidad universal y espacios de luz y sombra que generan rincones de encuentro y contención para pacientes y personal de salud.

Y qué mejor forma de celebrar que abrir los jardines a nuevas voluntarias y voluntarios. Tras un receso forzado por la pandemia, Fundación Inspira retomó junto con la primavera las labores de mantención de áreas verdes hospitalarias invitando a personas que con su trabajo quieran acercar el poder terapéutico de la naturaleza a pacientes y sus familias.

“Como fundación nos enorgullece cumplir este año una década rescatando esos rincones olvidados, para transformarlos en espacios de bienestar físico, de contención emocional y espiritual para las miles de personas que mensualmente utilizan los hospitales”, destaca Doris
Erlwein, cofundadora y directora ejecutiva de Inspira.

Podar ramas, mover macetas, retirar colillas de esperas ansiosas, airear la tierra, sacar maleza, plantar flores, regar árboles… una vez al mes los voluntarios de Fundación Inspira se reúnen para mantener la vida y los colores de espacios que sus propios usuarios han bautizado como “jardines sanadores”. Y es que estos espacios de naturaleza se ubican donde más alivio pueden entregar: al interior de hospitales públicos de la Región Metropolitana.

Mercedes Carvajal, una voluntaria de 80 años que lleva su piso para podar sentada, irradia la energía que le genera el “jardinear en equipo y con un sentido de solidaridad”. Su motivación, dice, es “trabajar para que dentro de los  hospitales existan lugares de contacto con la naturaleza, amables para el espíritu y que proporcionen sombra en verano, tanto a funcionarios como a pacientes”.

Para Gloria Mardones, voluntaria desde hace ocho años el participar de la Fundación Inspira es un constante crecimiento “es entregar una cuota doble de amor, hacia los usuarios del sistema público de salud, pero también hacia la siempre generosa naturaleza. Cuidar con amor estos pequeños espacios de naturaleza es colaborar en la entrega de dignidad que todos merecemos”.

“Estos jardines son capaces de hacerte olvidar por momentos que te encuentras en un hospital. Imagina lo que puede hacer en el subconsciente de un enfermo”, dice Alfredo Guarín Pérez, voluntario que tras llegar desde Venezuela encontró en la Fundación Inspira la oportunidad de conjugar su sensibilidad por la jardinería con la satisfacción de confortar a quienes están hospitalizados. Mientras más jardines sanadores y espacios verdes creemos, ganaremos terreno a la desesperanza y la tristeza”.

La próxima actividad de mantención se realizará el sábado 15 de octubre en el Jardín de Urgencia del Hospital del Salvador y ya hay otras cinco mantenciones programadas.

“Después de esta larga pausa y con más de 20 hospitales pidiéndonos intervención, creemos que la mejor manera de celebrar estos diez años de vida es abriendo los jardines sanadores a más voluntarios y voluntarias que se apasionen por la naturaleza y por entregar su tiempo y energía a una causa tan hermosa como es llevar bienestar a quienes tanto lo necesitan”, dice Doris Erlwein.

¿Cómo sumarse al voluntariado? Quienes quieran colaborar como voluntarios en la mantención de jardines sanadores de la Fundación Inspira pueden inscribirse en bit.ly/voluntariosInspira. Para sumarse hay que llevar ropa cómoda, delantal, sombrero y protector solar. Si tienen guantes y herramientas las pueden llevar. De lo contrario, la fundación proporciona estos implementos.

Quienes quieran colaborar como voluntarios en la mantención de jardines sanadores de la Fundación Inspira pueden inscribirse AQUÍ

 

¡VOLVIMOS AL JARDÍN!

 

El sábado 4 de septiembre el voluntariado de Fundación Inspira volvió a sonreír, mientras plantaba, podaba o cavaba en el Jardín Rayos del Hospital del Salvador. Después de un largo periodo sin poder trabajar en la mantención de los Jardines Sanadores debido a la pandemia por Covid-19, las y los voluntarios aprovecharon la fase 4 para volcar toda su atención y energía en el trabajo que devolvió la vida y el color a este jardín que muy pronto aparecerá en cientos de flores a punto de brotar.
Sabemos que estos espacios han jugado un rol muy importante para las y los funcionarios del hospital en un periodo extremadamente difícil y desafiante y por lo mismo nos importa que sigan encontrando aquí un respiro y el alivio que viene del contacto con la naturaleza.

VISITA A JARDÍNES SANADORES EN HORATIO´S GARDEN

Soy fotógrafo, Inglés y vivo desde el 2001 en Chile. El 2018 visitando a mis padres conocí Horatio’s Garden, ellos son socios y viven a 30 minutos de Salisbury, donde se hizo el primer jardín de esta organización benéfica del Reino Unido que crea y nutre jardines en los centros de lesiones espinales del NHS. En ese entonces yo ya estaba trabajando con Fundación Inspira en Chile, entonces cuando mis papás me hablaron de ese jardín sentí que era importante hablar con ellos y les presenté el libro que habíamos lanzado ese mismo año con la experiencia de los jardines en el Hospital del Salvador: “mira esto es lo que estamos haciendo en Chile, y me encantaría que ustedes me cuenten un poco de lo que están haciendo acá”… en ese entonces tenían un jardín, y ahora tienen siete jardines.


Es impresionante el como nació…resulta que su nombre se debe a un escolar “Horatio’s” que trabajaba ahí como voluntario. El tenía interés en hacer un jardín, quería crear un espacio para darle a los pacientes acceso a la naturaleza y ayudarlos en su recuperación, estamos hablando de gente parapléjica, con daños en la columna, muchos imposibilitados de moverse. Pero su objetivo no era recuperar una columna rota, sino apoyarlos en recuperar el ánimo y sanar la mente en el fondo. Horatio’s murió trágicamente en un viaje a Alaska, donde su campamento fue atacado por un oso. El nunca pudo realizar su sueño, pero la familia, padres, amigos se organizaron y lo hicieron por él. Es maravilloso desde algún sentido, como algo trágico puede llegar a algo tan lindo. Muchas veces las ideas que tenemos no llegan a nada, pero como en este caso pueden llegar a ser cosas increíbles. Entonces…hay que soñar, y escuchar y todo eso…


El jardinero jefe de ese entonces, Steven me mostró el jardín y explicó la importancia de que los pacientes tengan un espacio donde ellos puedan vivir una experiencia, terapia de jardines, pintura, en fin…también me mostró las particularidades del diseño. El South West Garden por ejemplo es una columna (que marca la estructura del jardín), pero está rota en el medio por donde pasa el camino, donde va la gente…el camino es grande y ancho porque ellos no solo dejan pasar a los pacientes en silla de ruedas o caminando, también los sacan a pasear o tener actividad en sus camas.


Claramente tienen recursos, el diseñador que hizo este primer jardín ya había ganado varios premios en el Chelsea Flower Show, uno de los eventos más relevantes de plantas y flores en Reino Unido y quizá en el mundo. El había tenido un amigo ahí así que comprendía bien el impacto que tendría este proyecto comunitario en la vida de mucha gente.


Me pasó que al firmar el libro de visitas un voluntario que comentó que recién había pasado una chilena y efectivamente en el libro estaba su nombre, Cristina Schutz, ella había puesto un comentario como “ojala existiera esto en Chile”, entonces cuando volví a Chile decidí buscarla y contarle de Fundación Inspira e invitándola a ser parte. Esta coincidencia nos permitió conocer a una persona increíble, experta en plantas, que a su vez pudo conocer a Inspira… es interesante como suceden las cosas de la nada.


Creo además que conocer este jardín nos permitió entender que no estamos solos, sino que hay mucha gente en el mundo desarrollando el concepto de jardines sanadores, buscando de manera masiva los beneficios de la naturaleza.
Mientras estuve visitando me tocó ver que no sólo los pacientes utilizaban el espacio, incluso algunos ya en franca recuperación o dados de alta, volvían a ese espacio por lo que había significado para ellos y porque les permitía estar mejor.


En Chile aún tenemos un enorme desafío, por un lado convencer a las autoridades sobre la importancia de estos espacios para lograr más apoyo en su creación y por otro él no olvidar los detalles en la implementación…es decir un camino de dos metros de ancho acondicionado para que pueda pasar una camilla con un paciente paralizado por ejemplo es una lección importante en diseño y también de forma de uso…es decir los médicos y el personal de salud debe estar dispuesto a ocupar estos espacios como fuente de recuperación, tenemos que lograr que dejen salir a los enfermos.

 

Cuando volví traje muchas ideas también sobre las experiencias en los jardines, por ejemplo, en Salisbury tienen hasta un invernadero donde venden plantas, los enfermos trabajan en el jardín, etc., etc. Horatio’s Garden nos aportó inspiración, por eso es importante ver que hacen otros lugares también, en Francia, Italia, Asia e incluso en Latinoamérica.


También me di cuenta que no estamos hablando solo de plantas y un lindo espacio, estamos hablando de la interacción en el espacio, con colores, texturas, olores, de las experiencias, me di cuenta que hemos perdido el concepto de hospital, no se trata de un edificio con pabellones, máquinas y camillas, es la idea de entregar hospitalidad para la recuperación y ese es un concepto mucho más humano que de una forma u otra se ha ido perdiendo con el tiempo. Antes si creaban los hospitales con parques y tremendos espacios verdes.


Visitar Horatio’s Garden me permitió entender más claramente el concepto de un jardín sanador, el impacto que puede tener en la comunidad que lo habita, la amplitud de las posibilidades existentes dentro de un jardín sanador y eso reforzó el que mi trabajo de registrar se enfoque en las personas y la interacción dentro de los jardines…los jardines sanadores no son solo plantas….

NICK CHARLESWORTH

¿PARA QUÉ COMPOSTAR RESIDUOS ORGÁNICOS?

¿Cuáles son los residuos orgánicos ? Todo eso que te echas a la boca, menos el chicle, porque es plástico. Son la mitad de la basura que generamos en la casa. Son los que generan el mal olor cuando no los tratamos correctamente. Son los únicos residuos que le pueden hacer bien al planeta al gestionarlos correctamente. (El resto, sólo haces menos daño al planeta el reciclarlos.) Son los únicos que puedes valorizar por tu propia cuenta, en tu casa o departamento. 

¿Porqué es importante reciclar los residuos orgánicos, si en el basurero y en el vertedero se descomponen de todas formas? Porque los residuos orgánicos generan gas metano cuando se descomponen en condiciones anaeróbicas (sin aire) que es lo que pasa en el vertedero. Este gas es 25!!!! veces más potente que el C02 para generar efecto invernadero. Para que eso no ocurra, necesitan principalmente aire (oxígeno) y otros elementos que dan origen a distintas formas de convertir los residuos orgánicos en abono para la tierra. 

Las formas más simples y caseras de reciclar los residuos orgánicos, son el COMPOSTAJE (compostum=mezclar o juntar cosas en latín) y el VERMICOMPOSTAJE (vermis= gusano en latín). El primero actúa por el calor que generan los residuos orgánicos cuando están acumulados en cantidades grandes (pilas) y los microorganismos que trabajan a altas temperaturas. El segundo actúa por lombrices y otros microorganismos y bichos que actúan en temperatura ambiente. 

Existen otros múltiples formas de utilizar los residuos orgánicos. Se puede generar biocombustible para generar energía. Existen máquinas que pueden deshidratar los residuos en poco tiempo, pero se necesita harta electricidad para hacerlo. Se les puede dar a las gallinas que comen prácticamente todo residuo orgánico. 

¿Si lo quisiera hacer en mi casa o departamento, cuál me conviene? 

Dado que para COMPOSTAR se necesita mucho volumen de residuos, el VERMI ( con lombrices) COMPOSTAR es más factible.

¿Qué se necesita para COMPOSTAR en la casa? 

1. Una compostera: hay de madera y de plástico. Nosotros preferimos los materiales naturales por sobre los artificiales, porque tenemos que pensar en el momento en que termine la vida útil de lo que compramos. En ese momento, cualquier cosa de plástico será más difícil y quizás imposible de reciclar. Hay de distintos tamaños. Las más chicas caben en la terraza de un departamento sin problema. 

2. Lombrices: se pueden comprar grupos de lombrices para iniciar el compostaje, las que luego se multiplicarán. Las lombrices pueden comer hasta la mitad de su peso en un día. 

3. Un lugar fresco y sombrío: a las lombrices no les gusta la luz, así que hay que ubicar la compostera en un lugar oscuro. 

4. Saber qué alimentos no les gusta a las lombrices: cítricos, cebolla, restos animales (carnes, lácteos), restos de comida preparada (ensalada aliñada, masas, cualquier plato preparado) 

5. Mantener húmeda la compostera 

6. No asustarse si aparecen bichitos y hongos: son necesarios para la transformación de los residuos orgánicos en compost. 

¿Y qué hago con los residuos que no puedo echar a la compostera? 

Existen un servicio de retiro de residuos orgánicos a domicilio que acepta residuos que no pueden vermicompostarse en la casa: www.EligeVerde.net. Ellos llevan los residuos a una planta de compostaje industrial, que por sus altos volúmenes de residuos orgánicos pueden recibir todos nuestros residuos orgánicos. Incluso las conchas de mariscos. 

¿Cuánto tiempo tengo que esperar para tener abono? El proceso es lento. Hay que tener paciencia. Se puede demorar entre 3 a 6 meses en transformar los residuos orgánicos. Una forma de acelerar este proceso es cortar los residuos en trozos pequeños antes de echarlos a la compostera. 

¿Y los residuos del jardín?  Eso es para la siguiente nota.

Marian Schmid de www.eligeverde.net