El secreto de los jardines diseñados para sanar

El concepto de jardines sanadores viene del inglés “healing gardens” y, dicho en simple, son espacios específicamente diseñados para generar bienestar y contribuir a la sanación de los pacientes, sus familias y el personal hospitalario. En ellos es posible sentirse acogido por la sombra de un árbol, observar la belleza de los colores de las flores, sentir la brisa en el juego de las hojas y experimentar la calma de la naturaleza que te inunda.

Un paseo, verlos desde una ventana o la posibilidad de hacer alguna terapia en ellos son formas para acceder a esa relación verde que ayuda a sobrellevar la dureza del día en un hospital, a recuperar energías y a una posibilidad de encuentro con los seres queridos y consigo mismo.

“Los jardines sanadores son un complemento al trabajo de la medicina, porque aportan a la salud física, anímica y espiritual. Los jardines sanadores reducen el estrés, estimulan los propios recursos de curación interna y ofrecen espacios para el desarrollo de terapias”, señala Doris Erlwein, directora ejecutiva de Fundación Inspira.

Aunque la naturaleza siempre nos hace bien y es un elemento esencial para estar sanos, para que un jardín sea sanador debe tener características particulares, tanto en su diseño como en la implementación.

Características diferenciadoras  

Además de responder a las necesidades específicas de la comunidad que le dará uso —para lo cual son claves el diseño y la mantención participativa—, debe cumplir con varias características básicas que los diferencian de un jardín genérico y que han sido descritas, entre otros, por autores como Roger Ulrich, Clare Cooper, Marni Barnes y Rachel Kaplan.

Las principales características son: permiten contacto directo con la naturaleza; estimulan los sentidos con especies de gran variedad de formas, texturas, aromas y colores; son accesibles todo el año y tiene floración permanente. Deben tener zonas con sol y sombra, predominancia de curvas y mobiliario acogedor.

Su diseño debe ofrecer espacios para el encuentro y rincones de contención y, además, permitir acceso universal ¡todas y todos deben poder disfrutarlos! Por supuesto, son también espacios seguros y están habilitados para ser recorridos y brindar distintos niveles de actividad física. 

Los efectos beneficiosos de la naturaleza y de la interacción con ella activan algo en lo profundo del ser humano. De ahí la relevancia de facilitar el acceso a ella a quienes no la tienen cerca o accesible. Oliver Sacks, neurólogo y escritor británico conocido por sus libros sobre los efectos de los trastornos neurológicos, señalaba que “el papel que juega la naturaleza en la salud y la sanación se vuelve más relevante para quienes trabajan largas horas en oficinas sin ventanas, para niños que asisten a escuelas citadinas o para quienes viven en entornos institucionales como los asilos”.

La razón, argumentaba, es que “los efectos de las cualidades de la naturaleza en la salud no son espirituales y emocionales solamente, sino también físicos y neurológicos. No me cabe duda de que reflejan cambios profundos en la fisiología del cerebro y, quizá, incluso en su estructura”.

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