Cámara Chilena de la Construcción

Voluntariado corporativo: un vínculo con muchos pétalos

El inicio del mes de diciembre vino entre arbustos, árboles y flores para la asociación gremial de la Cámara Chilena de la Construcción. Colaboradoras y colaboradores del edificio corporativo de Santiago de la Cámara estuvieron plantando, barriendo y podando en el jardín El Ceibo del Hospital del Salvador, como parte del voluntario corporativo que realizan junto a la Fundación Inspira.

Roxana Chiros, subgerenta de Personas de la Cámara Chilena de la Construcción destaca que “para nosotros es importante estar aquí porque trabajamos en una organización que genera estructuras inmobiliarias y crear jardines es otra forma de construir sociedad y porque las plantas enriquecen el espíritu. Los espacios comunes son siempre de relevancia para la salud mental de las personas, especialmente en un hospital donde la gente está con dolor físico y emocional. Este jardín entrega calma y puede ayudar a los procesos de recuperación”.

Para Paulina Maragaño, gestora de Bienestar y Calidad de Vida de la Subgerencia de Personas de la Cámara Chilena de la Construcción, “esta es una iniciativa preciosa, innovadora y tiene todo el sentido que después de la pandemia generemos espacios de bienestar y contención para toda la comunidad hospitalaria. La pandemia pospuso el comienzo de este voluntariado corporativo, pero estamos felices de que hoy se concrete, patrocinado por la organización”.

Para Paulina, el valor de este tipo de voluntariados corporativos está en el generar un vínculo con múltiples dimensiones “Nos interesa no solo entregar un aporte económico, sino involucrarnos y vivir la experiencia en este espacio y en este lugar, que además está vinculado con lo que hace la Cámara, que es crear infraestructura pública, construir hospitales, así que tiene todo el sentido también por ese lado”.

En esta ocasión participaron colaboradores de la Subgerencia de Comunicaciones, Área de Extensión y Subgerencia de Marketing, Subgerencia de Socios, Subgerencia de Personas, Subgerencia de Adquisiciones y Control de Proyectos, Subgerencia de Tecnología y Control de Gestión, Gerencia Gremial y Gerencia de Innovación y Sostenibilidad.

“Los voluntariados corporativos en la Fundación Inspira son oportunidades maravillosas para que las empresas participen en una instancia que aporta a la sociedad de manera concreta y directa. Las manos en la tierra, el trabajo en equipo y ver resultados al final de la jornada hacen que el corazón quede feliz para los que entregan y los que reciben”, dice Doris Erlwein, directora ejecutiva de Fundación Inspira.

Otras empresas que han realizado voluntariados corporativos en los jardines sanadores creados en hospitales públicos por la fundación incluyen Direct TV, UPS, Citi Foundation Global, Oracle Chile, Endeavor, Hotel Ritz Carlton, Caterpillar, Laboratorio Boehringen-Ingelheim y Pamela Charad Propiedades, entre otros.

Un voluntariado es aquella práctica social de naturaleza solidaria que se realiza de manera libre y voluntaria, que no recibe retribución salarial y que son realizadas dentro una organización social. 

Cuando el voluntariado es corporativo esa sinergia se multiplica porque son los trabajadores de una empresa los que se comprometen con un propósito común.

 

Entrevista a Doris Erlwein

Hacemos jardines sanadores, pero crecemos como bosque cuando se multiplica nuestro trabajo en muchos espacios y con diversidad de personas. La revista Apóstol en Familia de noviembre entrevistó a Doris Erlwein, directora ejecutiva de Fundación Inspira.

Los y las invitamos a leerla porque ahí podrá conocer sobre los orígenes de esta Fundación, del recorrido personal de Doris en su liderazgo y algunos de los grandes desafíos que hoy nos movilizan en el trabajo cotidiano como Fundación Inspira.

Si deseas leer la entrevista completa puedes entrar AQUÍ!

Cinco plantas nativas favoritas para el diseño de nuestros jardines sanadores

Los jardines sanadores deben cumplir diversos requisitos y para lograrlo usamos distintos tipos de plantas. Sin embargo, las plantas nativas tienen un lugar privilegiado. Son un aporte a la belleza y la preservación de la biodiversidad, tienen bajo consumo de agua, están bien adaptadas a las características del suelo y clima, y requieren poca mantención. Recordemos que las plantas nativas son aquellas que se originaron en la región en la cual habita, es decir, no han sido introducidas de manera intencional o accidental por el ser humano. ¿Cuáles son nuestras regalonas?

Calle Calle
Es una herbácea perenne perteneciente a la familia Iridaceae. Siempre verde que alcanza una altura de hasta 90 cm y 60 cm de diámetro. Tiene hojas aglomeradas que salen desde la base. Bordes enteros y nervadura paralela de color blanquecino. Le gusta el sol del sur, la semisombra en la zona central y los suelos bien drenados. Crece rápido y requieren riego moderado (dos a tres veces por semana). Nos regala sus flores blancas desde fines de primavera hasta mediados del verano. Esta nativa de Chile la encontramos desde la Región del Maule hasta la Región de Magallanes y de la Antártica Chilena, como también en el Archipiélago Juan Fernández.

Ñipa
Algunos la conocen con el nombre “siete camisas” y pertenece a la familia Saxifragaceae. Es un arbusto nativo de crecimiento rápido que prefiere zonas de pleno sol, requiere poco riego (una a dos veces por semana) y soporta diversos tipos de suelos. Hay ñipas de dos tipos: la arbustiva que puede alcanzar los dos metros de altura y la rastrera que alcanza 60 cm de altura. Es una especie que entrega una hermosa floración durante el verano. Sus flores son muy perfumadas tienen forma de campanilla, por lo general, de color rojo o rosado. Sus hojas son de tipo perenne con forma oval, dientes en los bordes y de color verde brillante. La podemos encontrar desde la región de Coquimbo a la de Magallanes.

Huilmo amarillo
Esta bella planta es nativa, endémica y pertenece a la familia de las Iridaceae. De crecimiento rápido forma una mata densa que florece en primavera, entregando hermosas y pequeñas flores de pétalos blancos y el centro amarillo. Tiene anchas y largas hojas perennes de color verde claro, las cuales se desprenden de erectos tallos. El Huilmo crece en toda la zona central y sur de Chile alcanzando una altura final entre 60 cm y un metro. Es resistente a las heladas y prefiere la tierra húmeda, suelos drenados y exposición al sol.

Alstroemerias
Los ojitos nos brillan cuando nos toca hablar de las bellas Alstroemerias, de la familia Alstromeriácea. Pertenecen a un género exclusivamente americano, representado por alrededor de 200 especies. Son plantas herbáceas perennes, con tubérculos carnosos, las hojas son frecuentemente resupinadas y sus flores de colores blanco, amarillo, rojo, naranjo, rosado o violeta. El género Alstroemeria se encuentra presente a lo largo de todo Chile, desde el nivel de mar hasta las altas cumbres cordilleranas, habitando en una gran variedad de ambientes.

Vautro
Es un arbusto redondo que suele alcanzar el metro de altura y es de la familia Asteraceae. El vautro es resinoso, ramoso y con las ramitas nuevas angulosas. Las hojas son de 1,5 a 2,5 cm de largo y se ubican tupidamente al extremo de las ramas. Es una planta dioica (con flores masculinas en un pie y flores femeninas en otro pie o con flores completas en el mismo individuo) que florece amarillo-blanco de septiembre a noviembre. Al vautro lo encontramos entre las regiones de Coquimbo y Bio-Bio, principalmente en la costa, pero también en la precordillera.

Pero la riqueza y belleza de los nativos va mucho más allá de estos cinco. Por eso también en nuestros jardines sanadores hay quillayes, peumos, escallonias rubra, stipas caudata, tecomas fulva, mayus, corcolenes, colliguayes, coronas de fraile, palmas chilenas, molles, chuves, huilmos y tantos otros que nos ayudan a celebrar la biodiversidad de la vida.

Te invitamos a seguir aprendiendo y conociendo la flora nativa. Además de belleza, aromas y bienestar, las plantas nativas poseen defensas naturales contra insectos y enfermedades. También favorecen a los polinizadores naturales y la fauna local entregándoles refugios y alimentos. Conocerlas y cuidarlas es el mejor camino para proteger la vida. Para seguir explorando de estas y otras plantas nativas te recomendamos el catálogo fotográfico de la Fundación R.A. Philippi con informativas fichas de cada planta https://fundacionphilippi.cl/

Jardínes Sanadores

El secreto de los jardines diseñados para sanar

El concepto de jardines sanadores viene del inglés “healing gardens” y, dicho en simple, son espacios específicamente diseñados para generar bienestar y contribuir a la sanación de los pacientes, sus familias y el personal hospitalario. En ellos es posible sentirse acogido por la sombra de un árbol, observar la belleza de los colores de las flores, sentir la brisa en el juego de las hojas y experimentar la calma de la naturaleza que te inunda.

Un paseo, verlos desde una ventana o la posibilidad de hacer alguna terapia en ellos son formas para acceder a esa relación verde que ayuda a sobrellevar la dureza del día en un hospital, a recuperar energías y a una posibilidad de encuentro con los seres queridos y consigo mismo.

“Los jardines sanadores son un complemento al trabajo de la medicina, porque aportan a la salud física, anímica y espiritual. Los jardines sanadores reducen el estrés, estimulan los propios recursos de curación interna y ofrecen espacios para el desarrollo de terapias”, señala Doris Erlwein, directora ejecutiva de Fundación Inspira.

Aunque la naturaleza siempre nos hace bien y es un elemento esencial para estar sanos, para que un jardín sea sanador debe tener características particulares, tanto en su diseño como en la implementación.

Características diferenciadoras  

Además de responder a las necesidades específicas de la comunidad que le dará uso —para lo cual son claves el diseño y la mantención participativa—, debe cumplir con varias características básicas que los diferencian de un jardín genérico y que han sido descritas, entre otros, por autores como Roger Ulrich, Clare Cooper, Marni Barnes y Rachel Kaplan.

Las principales características son: permiten contacto directo con la naturaleza; estimulan los sentidos con especies de gran variedad de formas, texturas, aromas y colores; son accesibles todo el año y tiene floración permanente. Deben tener zonas con sol y sombra, predominancia de curvas y mobiliario acogedor.

Su diseño debe ofrecer espacios para el encuentro y rincones de contención y, además, permitir acceso universal ¡todas y todos deben poder disfrutarlos! Por supuesto, son también espacios seguros y están habilitados para ser recorridos y brindar distintos niveles de actividad física. 

Los efectos beneficiosos de la naturaleza y de la interacción con ella activan algo en lo profundo del ser humano. De ahí la relevancia de facilitar el acceso a ella a quienes no la tienen cerca o accesible. Oliver Sacks, neurólogo y escritor británico conocido por sus libros sobre los efectos de los trastornos neurológicos, señalaba que “el papel que juega la naturaleza en la salud y la sanación se vuelve más relevante para quienes trabajan largas horas en oficinas sin ventanas, para niños que asisten a escuelas citadinas o para quienes viven en entornos institucionales como los asilos”.

La razón, argumentaba, es que “los efectos de las cualidades de la naturaleza en la salud no son espirituales y emocionales solamente, sino también físicos y neurológicos. No me cabe duda de que reflejan cambios profundos en la fisiología del cerebro y, quizá, incluso en su estructura”.

Inauguración de Jardín Posta Central

El espacio de 740 m2 fue creado por la Fundación Inspira:

Posta Central inauguró Jardín Sanador creado para retribuir el trabajo de funcionarios de salud durante la pandemia

El Jardín Sanador de la Posta Central nació como una necesidad en la pandemia para apoyar a los equipos de salud y luego como agradecimiento por su gran entrega. Dos años después de las primeras conversaciones, se inaugura y lo disfrutan los funcionarios y también algunos pacientes como parte de sus terapias.

Mirando las coloridas alstroemerias, lavandas, valerianas y calle calles del jardín, se inauguró el primer jardín sanador del Hospital de Urgencia Asistencia Pública, ex Posta Central, una iniciativa que surgió durante la pandemia para acoger y retribuir a los equipos de salud que estaban muy exigidos.

En la ceremonia, el director de la Posta Central, Dr. Valentín López, agradeció por “este pulmón verde y florido que nos permite también cuidar nuestra salud. En la Urgencia siempre es alta la exigencia y los pacientes son lo primero, pero este jardín nos posibilita bajar un cambio, respirar profundo y seguir mejor nuestro trabajo”.

En 2020, durante el período más crítico del Covid-19, funcionarios del hospital hicieron ver su necesidad de contar con un lugar al aire libre que les ofreciera un espacio de descanso físico y emocional. La Fundación Inspira, que desde hace 10 años construye Jardines Sanadores en hospitales públicos, aceptó el desafío y convirtió un patio de 740 metros cuadrados en un espacio con flores, senderos, bancas y sombra. 

Sobre el origen del jardín, Alejandra Vargas, ingeniera agrónoma y directora de Fundación Inspira recuerda que “fuimos a visitar el lugar y el personal de salud estaba en las veredas descansando. Ahí fue el comienzo”.  La también académica de los cursos Manejo del Paisaje e Infraestructura Verde en la Universidad Católica agrega que “luego vino una cadena virtuosa de aportes de seguidores de la fundación, de exalumnos de la Facultad de Agronomía de la Universidad Católica y de un fondo de la Presidencia”.

Joana Molina, jefa de servicio de Kinesiología de la Posta Central contó que “nosotros trabajamos casi todo el día en el subterráneo o solo con luz artificial, por lo que ir al jardín es volver a conectarse con la vida. Nuestro hospital está rodeado de edificios, pero en el jardín hay un pequeño paraíso. Ha sido un gran beneficio para nuestro servicio. Varios colegas bajan al jardín con pacientes que han estado varios meses internados como parte de la terapia”.

Estimular estados de bienestar

Los jardines sanadores permiten estimular los cinco sentidos y promover la relajación, imprescindible para generar estados de bienestar. Distintas floraciones durante el año, estimulación de diversos colores y que los aromas fluyan entre las distintas zonas son parte de sus atributos.

Para Rodrigo Chacón, jefe de Calidad Percibida del Hospital de Urgencia Asistencia Pública, “tener este espacio es un lujo. Con las flores empezaron a llegar las abejitas y los pájaros. La naturaleza nos invita a hacer una pausa con la belleza y eso nos hace bien como personas y como comunidad hospitalaria. Este jardín acoge a estudiantes del internado, a algunas terapias, a los que almuerzan bajo los árboles y a muchos que vienen a tomar un poco de aire antes de seguir su arduo trabajo”.

Un ejemplo es el de Bernardita Letelier, fonoaudióloga del hospital: “Considerando todo lo que ha pasado los últimos años en el área de salud por la pandemia, contar con el espacio de jardín ha sido un beneficio gigantesco. Aquí tenemos un espacio que quiebra la rutina, aunque sean diez minutos en contacto con la naturaleza y sentir el sol. El hospital adentro es oscuro, entonces estar afuera es un cambio que te permite volver mejor. Para nosotros se ha vuelto un hábito sagrado venir unos 5 minutos a este espacio”.

La Fundación Inspira este año celebra 10 años desde que fue creada con la misión de crear jardines terapéuticos caracterizados por su floración permanente, accesibilidad universal y espacios de luz y descanso.

A la fecha, ha creado 18 jardines sanadores en los hospitales del Salvador, Luis Calvo Mackenna, Roberto del Río y Antiguo San José. La iniciativa se ha extendido también a COANIQUEM, el Pequeño Cottolengo y el colegio Santa Lucía, que atiende a niños y niñas con ceguera y con baja visión.

Multipliquemos los jardines sanadores por toda la ciudad

“Multipliquemos los jardines sanadores por toda la ciudad”

Alejandra Vargas es ingeniera agrónoma de la Pontificia Universidad Católica de Chile y Magister en Asentamientos Humanos y Medio Ambiente. También es parte del directorio de Fundación Inspira y la líder del proyecto del jardín sanador en la Posta Central. El belloto del norte es su árbol favorito y la flor del chagual su regalona. Se queda con la primavera como estación y está siempre acompañada de música porque es bajista y toca hace seis años en «La Secta» una banda de rock (@lasecta_banda). Con hijos de 20, 18 y 12, divide su tiempo entre amores diversos, entre los cuales la naturaleza ocupa un lugar central.

¿Qué es para ti la naturaleza?

Es fuente de inspiración y considero que todas las respuestas están ahí. Me motiva muchísimo profundizar en esa relación. El otro día en una charla, a mi hija que está en cuarto medio le decían “están en la flor de la vida” y le expliqué lo poderoso de esa afirmación, porque la planta hace un ejercicio supremo para generar una flor, pero lo más importante es que no todo termina ahí: para que siga la vida luego tiene que dar fruto y generar semillas.

Estamos llenos de similitudes, somos parte de la naturaleza…

Sí, con todo lo maravilloso y lo terrible. Me parece muy limitante la mirada utilitaria que predomina de la naturaleza. Tal árbol para que entregue sombra, tal planta para que me dé flor y ni hablar de las podas espantosas que reflejan una concepción de la naturaleza como si fuera una cosa inerte al servicio de los humanos.

¿Cómo entiendes la invitación a aprender de la naturaleza?

Tenemos que enverdecer nuestras vidas para vivir mejor. Eso tiene muchas implicancias, pero una es aprender de las plantas que nos rodean. Particularmente, las plantas nativas nos ofrecen grandes oportunidades, porque tienen especificidades que si logramos domesticarlas serán un aporte fundamental a la vida en las ciudades.

¿Domesticar las plantas? Me recuerda la historia de El Principito y el zorro…

Necesitamos conocerlas y luego domesticarlas para acomodarlas a la vida en la ciudad. Somos principalmente urbanos y debemos desarrollar un manejo no invasivo para que se puedan desarrollar junto a nosotros. Tenemos un proyecto de experimentación en Talagante y, por ejemplo, el matico y el romerillo con sistemas de manejo logran ser plantas maravillosas para aportar a la riqueza de los jardines.

¿Cómo entra en ese diagnóstico el cambio climático?

Es desafío y oportunidad. La gran tarea que tenemos las personas urbanas es volver a conectarnos con la naturaleza, estamos desligadas. Ahora mucha gente está sacando el pasto y poniendo piedras, siendo que lo que necesitamos es conservar la humedad. Soluciones parciales y mecánicas no van a resolver el problema de la sequía.

¿Qué lugar ocupan los jardines sanadores en esta ecuación?

Los jardines sanadores son la consolidación de todos los beneficios que entrega la naturaleza, pero creados con el propósito de contribuir a la salud. La naturaleza siempre sana, pero un jardín creado como sanador responde a una técnica específica creada en Inglaterra y que posibilita espacios que estimulan los cinco sentidos y la relajación, imprescindible para aportar a estados de bienestar. En este método hay un saber científico aplicado que asegura, por ejemplo, distintas floraciones durante el año, estimulación de diversos colores y que los aromas fluyan entre las distintas zonas.

¿Cómo surge la idea de crear un jardín sanador para la Posta Central?

Ese jardín nace con la pandemia. En el 2020 nos llega a la Fundación Inspira el pedido y la necesidad de generar un espacio para acoger y agradecer a los equipos médicos que estaban tan exigidos. Fuimos a visitar el lugar y el personal de salud estaba en las veredas descansando. Ahí fue el comienzo. Luego vino una cadena virtuosa de aportes de seguidores de la fundación, de exalumnos de la Facultad de Agronomía de la Universidad Católica y un fondo de la Presidencia, que nos permitieron concretar el jardín. El contexto de pandemia lo hizo particularmente difícil, porque los accesos estaban restringidos y era necesario hacerlo rápido para que cumpliera su objetivo. Pero se cumplió y dos años después lo vamos a inaugurar.

¿Qué sientes con haber liderado la concreción de este jardín?

Es mi granito de arena… o mejor decir ¡mi semilla al universo! Soy una mujer religiosa y me siento un instrumento de Dios, por lo tanto, me alegra ver cómo se dio todo lo que hizo posible que este proyecto se concretara. Todo resultó fácil y hoy hay que celebrar el resultado, para avanzar con los nuevos proyectos. A veces me asomo por la reja de la calle Portugal y veo el jardín creciendo bien.

La Fundación Inspira cumple 10 años ¿hacia dónde te gustaría seguir avanzando en la próxima década?

Me interesa especialmente la dimensión científica de lo que hacemos al crear jardines sanadores. Necesitamos cada vez más datos duros que nos permitan construir políticas públicas que construyan un camino armónico de relación con la naturaleza. Un jardín sanador no es solo belleza que, por supuesto es clave, también hay toda una estrategia de diseñar multicapas vegetales, de relación con un cierto tipo de fauna, de un equilibrio entre lo nativo y lo foráneo y muchas otras cosas.

Cómo directora ¿qué le dirías a los y las voluntarios de Fundación Inspira?

Primero agradecerles por su ayuda. Lo segundo sería una invitación a que repliquen jardines en sus casas, en la casa de sus amigos o en la de personas que necesitan y que no necesariamente están en los hospitales. Multipliquemos los jardines sanadores en infinitos microespacios de la ciudad, esos encuentros con la naturaleza nos harán bien a todos.